Se llamaba Lucía.

Hace unos cuantos septiembres.

Universidad Autónoma de Madrid.

Yo no iba mucho a clase.

Esto no es un motivo de orgullo pero es que, a veces, la vida está en sitios donde la gente no está mirando.

Y, al final, pasarse horas en los pasillos valió la pena.



Por aquellos pasillos era por donde la ví pasar por primera vez.

Y lo que te decía, que se llamaba Lucía.


Y que esa noche, aunque aún no sabía su nombre, soñé con ella.

Y no sería la última vez.




Tenía que conocerla. Como fuera.




Resultó que una amiga suya estaba liada con un conocido mío.

Entonces no me acuerdo de cómo, pero por fin nos conocimos.




Y me hice amigo de sus amigas.

Y luego de ella.

Yo sabía que nos íbamos a caer muy bien. Ella no sé si lo sabía.



Y seguimos hablando. Y nos caímos bien.



Tras unos meses, ya éramos buenos amigos.

Y yo le hubiera pagado todas las Fantas que ella hubiera querido.



Y si yo salía con alguna otra chica, se hacían amigas.

Y si ella se echaba algún noviete, pues él y yo tan amigos.


Sea como fuere, Lucía siempre cerca.




Y entonces ella se fue a un país. Y yo me fui a otro.


Pero a veces hablábamos.

Lucía siempre en mi equipo.




Y siempre me gustó. Pero no le digas nada porque es mi secreto.



Y yo siempre manteniendo el contacto y así tenerla cerca.



Y pasaron los años.

Y, con los años, pasaron muchos viajes, anécdotas, risas.




Y llegó la pandemia.



Con el confinamiento hablábamos más. Y la invitaba a “teecitos” virtuales.

La verdad es que las Fantas nunca fueron mi estilo. Había que cambiar de estrategia.
Pero, sobre todo, lo que había que hacer era seguir perseverando.

Porque hacer siempre lo mismo, trae los mismos resultados.




Y entonces el confinamiento terminó.

Pero yo seguí llamando a Lucía, para un té o para una cerveza (que me inhibe y me pone valiente), ahora en modo presencial.



Éramos mejores amigos.



Y un día nos fuimos de excursión de fin de semana al pueblo de una amiga.

El finde bien, gracias.



Cuando volvíamos en el coche, estábamos ella y yo solos, sin amiga del pueblo, sin música, rajando sin parar, como siempre…

Joder, no sé si estoy confundiendo amistad o me gustas (sabemos que me gustas y no estoy confundiendo amistad, pero me dejo una salida porque no había cerveza).

Porque perseverar está muy bien, pero hay que perseverar con intención.



Pero ella me dijo que NO.



En realidad, me dijo algo del tipo:

Pues las manzanas son verdes, pero también pueden ser rojas.

Creo que esto fue lo que me dijo, pero pudo ser cualquier otra cosa haciéndose la sueca ante mi sobria confesión.


Y entonces claro, yo seguí perseverando, porque aquí hemos venido a jugar y yo, el miedo, me lo dejo en casa. No vaya a ser que me impida conseguir mis objetivos.



Y también te digo otra cosa, si Lucía hubiera tenido algún otro pretendiente, te garantizo que ese se habría rendido antes que yo. Porque yo no me rendí nunca.


Porque solo pierdes cuando te rindes. O cuando no te atreves.



Porque yo lo había soñado. Soñaba que estaba con ella.



Entonces, otro día…

Necesito una respuesta a lo que te dije en el coche.

Y me confesó que estaba cagada de miedo por si perdía una bonita amistad, pero que se sentía igual que yo. Que yo le gustaba.



Así que me acerqué lentamente a ella, con mis labios en forma de beso de película de amor pero con los ojos abiertos. No vaya a ser que no acertara y le diera el beso en la mejilla y en ese momento me pidiera una Fanta de naranja.



Y justo en ese momento.



En ese preciso instante.



Me desperté en mi cama.



Eran las 3:15 de la madrugada y todo había sido un sueño.



Había vuelto a soñar con Lucía.




Por suerte, al extender la mano en la cama me encontré con su cuerpo y recordé que, tras 17 años de interrumpida amistad (algunos de amigos especiales, otros de noviazgo, otros tantos de marido y mujer y un precioso hijo en común), Lucía estaba a mi lado.




Aplicar esta perseverancia también en mi vida profesional es lo que me ha traído hasta donde estoy hoy.



Te lo puedo contar en profundidad aquí:

Si a ti también te han dicho que no pero has seguido, pincha arriba que le vas a sacar todo el partido.